Con una ultraderecha
envalentonada, la excarcelación de los investigados por corrupción, Ignacio González, Enrique Granados, Bárcenas, Rodrigo Rato,etc,etc. y la
intervención de Montoro en las cuentas del Ayuntamiento de Madrid para evitar
que se dediquen los fondos a inversiones públicas, podríamos decir sin lugar a
equivocarnos que el Gobierno está aplicando políticas al dictado de esa élite
que gobierna en la sombra, que es la que verdaderamente mueve los hilos del
poder político y económico de este país que es favorecida con leyes tan
drásticas para los trabajadores como la reforma Laboral, o las privatizaciones
de empresas públicas, o la venta de vivienda pública a fondos buitre, en
detrimento de esa mayoría de ciudadanos a los que se les recorta el sueldo y
congela las pensiones, mientras sigue subiendo la cesta de la compra, 2,8 puntos
por encima del poder adquisitivo. Esta no es la política que inspiran las
democracias, es la política de las oligarquías cuyo poder está creando las
mayores desigualdades entre clases sociales, donde una élite se enriquecen escandalosamente mientras la gran mayoría es más pobre cada día. En pleno siglo
XXI volvemos a los estándares sociales de la época feudal: señores y siervos,
nobles y vasallos, amos y esclavos, caciques y parias, señoritos y criadas.
España como a lo largo de la historia, avanza un paso y retrocede 2, llevándonos
a un bucle continuo de lucha continua por recuperación de derechos y libertades,
que a continuación son siempre pisoteados. Un país cavernícola, atrasado,
fratricida, de caciques, ladrones de guante blanco y corruptos que manchan y
empobrecen a este país, y no por ser un país pobre sino por el saqueo e
inmoralidad de tanto sinvergüenza, mangantes y ladrones.